sábado, 7 de septiembre de 2013

Todo y nada.

No son pocas las veces que intento enfrentarme a una página en blanco, y no, no hablo de emprender nuevas batallas en mi vida diaria, eso lo hago casi a diario. Es en sentido literal. El proceso comienza así, abro el ordenador, y de repente, me viene a la mente algo, algo de lo que quisiera escribir, así que allá voy. Abro esa página en blanco de la que hablaba, y entonces, ese algo se convierte en un todo, y es que eso me pasa, quiero escribir de todo y al final no escribo de nada.

Quiero hablar de la amistad, de una chica pequeñita, pero muy, muy grande. Quiero hablar del amor, de ese que te hace sentir segura, que te hace feliz. Quiero hablar de lo que se siente al tener a seres diminutos en tus brazos, pero con corazones grandes, pues, hoy en día, nadie regala nada, ni siquiera sonrisas y ellos lo hacen a todas horas. Quisiera hablar de mi vida ahora, del cambio, del pasado, de los sueños, de los que se hicieron realidad y de los que están por llegar, de los días de lluvia, y de los días de playa y nevera azul... Quiero hablar de los días en familia, en soledad, en penumbra o alegría... y al final no hablo de nada.

Es difícil. Y lo que un día fue fácil, ahora se hace cuesta arriba. Pero ya sabemos todos que las cosas no son siempre fáciles, ni son como esperamos muchas veces. Y yo, desde hace tiempo aprendí la lección... para acabar con la dificultad, con las piedras del camino, con los giros del destino, solo hay que sobreponerse. Sentir, pensar y decir en voz en alta, yo puedo. Así que, voy a hacerlo.

Hace poco fue mi cumpleaños, y una amiga, una de esas personas que siempre recordaré por detalles como este, me regaló un libro en blanco. My white book. El regalo venía con una especie de premisa... "sigue escribiendo". Puede que éste sea uno de mis propósitos de mi mes de cambios, septiembre.


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