miércoles, 2 de octubre de 2013

Ahora o nunca.

¿Has pensado alguna vez en el futuro? Quizá, una mejor manera de preguntar sería si alguien no lo ha hecho. Pobre loco, diríamos. Pobre hombre, poco visionario. La que le espera. Sin planes. Sin porvenir. Porque es así, nosotros, los cuerdos, los que sí lo hacemos, solemos pensar que saber cómo será nuestro futuro nos ayudará. Aliviará el dolor, pues ya conocíamos qué podía pasarnos, habíamos barajado todas las posibles opciones y al final elegimos una, con sus pros y sus contras. Estabámos preparados para ello. Por otro lado, también nos ayudará a  llevar nuestra alegría de una manera más serena, más cuerda, pues también pensamos en esa posibilidad, nos visualizamos consiguiendo ese título, ese trabajo, esa persona. Así que al final, la primera vez que lo vives, es como si ya lo hubieras vivido. En tus sueños, en tu imaginación, fue realmente la primera. Aunque, dicen que nada es realmente como nos lo imaginamos. Siempre hay algo que varía, algo que lo hace mejor o peor, quién sabe, pero algo que se interpone o que nos facilita nuestra meta. Pero en definitiva, algo con lo que no contamos. Llamémosle azar, suerte, casualidad o quizá, destino. Y siento decir, que todas esas cartas no están en la baraja con la que nosotros jugamos a decidir y planificar nuestro destino. Así que sí, al final todo se trata de una pérdida soberana de tiempo.
Entonces, finalmente, un día… te das cuenta de que estás viviendo para otro. Sí, para otra persona. Tu yo del futuro. Y yo me pregunto,  ¿y tu yo del ahora? Los días pasan, tu vida es la que está pasando en este preciso instante. En cambio, siempre recurrimos a nuestro salvavidas, el famoso deporte del posponer. Pensamos que toda nuestra vida, nuestra nueva vida empezará después de esto, o después de lo otro. Cuando acabe la universidad, cuando haya vivido en el extranjero o cuando aprenda inglés. Pero en algún punto de ese extraño camino que vivimos para otro, abrimos los ojos, y es ahí dónde nos damos cuenta. Si pospongo esto una vez más, al final, no lo haré nunca. Ni ahora, ni el futuro. Y yo no sé tú, pero no quiero posponer mi vida. Quiero hacer las cosas que quiero hacer, y las quiero hacer ahora. Y lucharé por hacerlas. Y ¿sabés qué? No sé ni cómo, ni cuándo, y seguramente, tampoco puedo predecir dónde, ni con quién, pero las haré. No me importa cuánto me cueste, o cuánto tarde. Algún día trabajaré para lo que me he sacrificado 4 años, terminaré lo que he empezado hace dos, y al final, en algún momento del camino me sorprenderé manteniendo una conversación fluida en inglés, y quizá, en ese punto, vuelva a recordarme en mi cuarto, escribiendo estas palabras, y me ría. Ojalá sea así, pero tampoco lo voy a pensar más de una vez, no perderé de esa manera mi tiempo.
Es que, últimamente tengo la sensación de que si cierro los ojos más de dos segundos, si me regocijo en algún parpadeo más de la cuenta, me la voy a perder, la vida, digo. Y al final, eso solo lleva a un bucle, un bucle infinito, cuyo inicio no me acuerdo, y cuyo final aún no veo. Pero quizá el darse cuenta sea el primer paso, el primer paso del camino en convertirse en un loco más, y no en un obseso del control, del plan. Porque siempre pensamos que nos irá como queremos, que si hacemos lo que nos han dicho que hagamos, nos pasarán cosas buenas. Y no digo que no. Solo digo, que muchas veces, las cosas cuestan mucho más. Que de los sueños se vive, pero los sueños se alimentan de ganas, de ilusión, de sacrificio,  de pasión, de fortaleza, y de fuerza de voluntad. Y por qué no decirlo, del momento preciso. Así que quizá no es nuestro momento. Pero estoy segura de que algún día lo será. Y entonces, cuando eso suceda, me encantará mirar al pasado y saber que no simplemente me dediqué a esperar ese momento, me encantará darme cuenta de que viví, de que hice lo que quería, de que busqué alternativas,  y de que no me quedé esperando como quién espera en una estación de tren sin billete de ida. Sin saber, ni cuándo ni  a dónde.
¡Vive!

 Y hazlo ahora, pensando en el presente, no en el futuro, no en el pasado. Vive para ti, por ti. Y si tienes cosas en el tintero, o en el fondo de tu corazón, sácalas ¿qué van a hacer ahí?  Y si tienes oportunidades a la vista, pero te puede el miedo, vívelas, al fin y al cabo, ¿qué podrías perder? Como mucho ganarás, ganarás experiencia, sabiduría, serás más fuerte, irrompible quizá, y eso siempre te abrirá otra puerta, otra, que quizá, si será la tuya. Y sino es así, vuelve a empezar. Pero vive, haz lo que has dejado para mañana, para el próximo mes, o para el próximo año, porque tú también sabes, que quizá mañana ya sea tarde. 

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