Anoche me
acosté con la sensación de que hoy sería un día sorprendente. La mayoría de las
noches intento dormirme así. Pensando en que mañana será un buen día, una nueva
oportunidad, para hacer y deshacer, para soñar de nuevo, y para ilusionarme
otra vez. Al fin y al cabo, tampoco iba muy desencaminada… pero el motivo por
el que pensaba que sería sorprendente, dista mucho del motivo real. Resulta que
anoche, mi novio me hizo creer que esta mañana estaría aquí, conmigo. Después
de un par de gracias, me dijo que no, que era broma. Pero algo en mí quería
creer que me estaba mintiendo, que de verdad estaba en el barco y que tenía que
despedirse de mí porque perdería la conexión y no porque se fuera a dormir. Me
acosté pensando en eso y por la mañana, muuucho antes de que sonara el
despertador, ahí estaba yo, con mi nudo en el estomago, dándome cuenta de que
él no me había llamado diciendo “nena, venme a buscar…” Así que sí, así empezó
mi día, dándose las ilusiones de bruces contra mi colchón, pues aún seguí
durmiendo, para reponerme de las penas claro…
Total, que
una vez asumido, una vez reñido, (esas cosas no se hacen) y una vez superado,
toca enfundarse el traje de faena e ir trabajar. A pesar de haberme levantado
con esa extraña sensación de ilusión rota, allí estaba contenta. Me reí más que
nunca con la gente y sabes eso de que cuando ves una serie o película, y cantan
y bailan en mitad de una operación o de una clase de matemáticas, así como
quien no quiere la cosa. Pues eso hice yo hoy. Animarme y bailar, y trabajar.
Hasta que llegó la noche, y mi día sorprendente llegó, de la peor de las
formas, en el peor momento… Lo cierto es que apenas me acuerdo de las palabras
que usó, resuenan como aullidos a lo lejos y de vez en cuando, desordenadas: REDUCCIÓN y PERSONAL. Ahí estaba yo, atónita,
sin apenas acertar a decir: ¿es una broma no? Ella contestó que no y que lo
sentía, pero yo sigo creyendo que la vida si me la está gastando, a mí, y a un
montón de jóvenes, de esa generación que ya no es nini porque quiere, sino de ésa
que lo es porque no nos dejan ser otra cosa. Ya pesan demasiado en mí todos los
titulares leídos en los últimos años… gente que se va buscando una oportunidad,
gente alejada de los suyos, a miles de kilómetros y sin una visión clara de
cómo podrá ser su futuro. Son demasiados, simplemente, demasiados.
Incertidumbre,
inseguridad, sin planes de futuro y sin saber si hoy estarás trabajando, y mañana
de nuevo buscando ese tesoro escondido en lo más profundo del mar más angosto.
Porque así son los trabajos de hoy en día. Un tesoro perdido, que muy pocos
logran encontrar. El problema es que cuando te crees que ya lo tienes, te lo
arrebatan de las manos, y ahí te das cuenta de que solo han jugado contigo. Solo
eres un número más, y tu vida, tus problemas, tus necesidades, dan exactamente igual.
También dan igual tus cualidades, tu formación, tu capacidad para el trabajo o
tu habilidad. Aún siendo la mejor o el mejor, seguirás siendo un número. Uno
reemplazable por otro que de más bonificaciones a la empresa, y cuando ese hay
cumplido su cometido, vendrá otro. Y así, sucesivamente.
Pero bueno…
hoy no. Eso es todo. Solo digo que hoy no. Nos armaremos de tópicos hasta los dientes, “mañana
será otro día” “habrá algo mejor” “mereces otra cosa” “así es la vida” o “lo
mejor está por llegar”.
Y esto es
lo que nos queda a los jóvenes, sí señores, recúbranse con esas palabras, hasta
que estén dentro, muy muy dentro, y que realmente se las crean, pues creo que
esta situación solo se superará con optimismo, con el pensamiento de que
realmente las cosas cambiarán y que cada uno tenemos una oportunidad
esperándonos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por un poquito de tu tiempo :)