jueves, 9 de mayo de 2013

Paz.


Durante años decidí olvidar por voluntad propia. Eran esos recuerdos de momentos tan felices los que en la actualidad me hacían imaginar una y otra vez cómo sería volver a tenerlos. La felicidad se desvanecía cada día, mientras yo, cada noche, soñaba con volverte a ver. Fueron muchas las cosas que se sucedieron como si de un amargo giro del destino se tratase, y aun hoy, recuerdo la primera vez que me senté a escribir, aquella noche en la que asumí que tendría que despedirme con lo que tuve más a mano, que por desgracia, no eran tus abrazos. Rellené varios posits porque estaba claro que en uno solo no encontré desahogo. Esa misma noche supe que las cosas cambiarían, aunque quizá ya lo habían hecho años atrás pero yo me negué a verlo. Sé que guardáis mi despedida imaginando que no fuera real, que no hubiera ocurrido. 


Cuando era pequeña dedicaba más tiempo a pensar en cómo sería mi vida teniéndoos que viviéndola de verdad. Es curioso cómo, con el paso de los años, ya no escribo posits, y ya no sufro por no disfrutaros, o al menos eso digo. Ejerzo el olvido por voluntad propia y aún así daña al corazón.

Por eso hoy a las 7:39 de la mañana de un sábado, tirada en la cama del que siempre ha sido y será mi hogar, te siento al lado y me da un vuelco. Es una mezcla de alegría y tristeza, aunque esta última sea por momentos. A pesar de verte, imagino todos los días que no pude estar ahí, y por minutos que se esfuman igual que lo hace una lágrima al caer en la arena, odio el destino, el paso del tiempo, la profesión que nos ha llevado por medio mundo, -solo por un instante- odio como pasaron las cosas. Pero es eso, solo un instante que se desvanece en mi pestañeo. Han sido años de reflexión en los que no busqué culpable. Nunca supe que pasó y lo más probable es que nunca quiera -ni pueda- saberlo.

La vida nos ha llevado siempre por caminos diferentes, quizá paralelos, como una extraña broma de nuestro sino. Yo soñaba, hasta que dejé de hacerlo. Comprendí que de esa forma solo sufría, y supe inmediatamente que la vida no estaba para eso. Aprendí a recordar con cariño y a dejar de anhelar. Intuí que la felicidad no reside en un solo sitio, que la puedo encontrar en cualquier pequeño rincón, y que probablemente, esté en el lugar más recóndito. Discerní entre el rencor y el amor, y no hubo espacio para el titubeo. Y así, poco a poco hice mi camino, no sin echaros de menos, no sin sentir que faltaba algo, pero siempre apoyándome en lo que sí tenía. Ese sendero que recorrí, y que sigo recorriendo, nunca ha dejado de ir paralelo a vosotros y aunque puede que tardemos en encontramos, lucharemos por encontrar esa vereda que nos lleve a envolvernos.

Hoy por hoy solo pienso en no tener que despedirme de ti con una nota bañada por las lágrimas, solo pienso en que ojalá no me sienta una extraña al lado de una de mis personas favoritas, solo pienso en poder disfrutar de eso a lo que se llama familia.
Y qué esta no solo seáis vosotros. Lo único que hoy importa es eso, eso que sentí cuando estábamos todos juntos, las risas que compartimos y las esperanzas que nos unen a pesar de todo. 

A veces pensamos que algo es imposible, 

e incluso nos otorgamos el don de la predicción, 
pero una vez más,  la realidad va un paso por delante

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por un poquito de tu tiempo :)